Fases del estrés
En ciertos momentos de nuestra vida, nos enfrentamos a distintos momentos que pueden resultar estresantes. Éstos no son necesariamente negativos, ya que es una necesidad para nuestro cuerpo. El problema viene cuando esos momentos se convierten en etapas y se adhieren a nuestro ritmo de vida.
Al encontrarnos frente a una situación estresante, cada persona actúa de diferente forma pero gracias a las investigaciones realizadas por Hans Selye en 1975, hoy podemos concluir que existen tres fases a través de las cuales se explica cómo actúa el estrés en nuestro cuerpo y mente.
Fase de alarma
En la fase de reacción de alarma, el organismo reacciona automáticamente, ante un estímulo estresante, y prepara la respuesta que va a dar.
En esta fase se activa el sistema nervioso simpático cuyos signos son: sequedad de boca, dilatación de las pupilas, sudoración, tensión de los músculos, aumento de la presión arterial y disminución de la secreción gástrica, aumento de la síntesis de glucosa y de la secreción de adrenalina y de noradrenalina.
Hay, además, una activación psicológica, con aumento de la capacidad de atención y de concentración para mantener la percepción del estímulo estresante.
Esta reacción es transitoria, adaptativa y no es perjudicial para el individuo si el organismo dispone de tiempo para recuperarse.
Fase de resistencia
Supone la fase de adaptación a la situación estresante. En ella se desarrollan un conjunto de procesos fisiológicos, cognitivos, emocionales y comportamentales destinados a “gestionar” la situación de estrés de la manera menos lesiva para la persona.
Fase de agotamiento
Si la fase de resistencia fracasa, es decir, si los mecanismos de adaptación no resultan eficientes se entra en la fase de agotamiento donde los trastornos fisiológicos, psicológicos o psicosociales tienden a ser crónicos e incluso irreversibles.